25.2.15

Mar de nombres



 El Tao carece eternamente de nombre.

 Aunque pequeño en su Simplicidad Primordial, no es inferior a nada en el mundo.

 Con que sólo un gobernante pudiera atenerse a él, todas las cosas le rendirían homenaje.

 Cielo y Tierra se armonizarían y harían llover un suave rocío.

 La paz y el orden reinaría entre los pueblos, sin necesidad de órdenes superiores.

 Una vez dividida la Simplicidad Primordial, aparecieron los diferentes nombres.

 ¿Acaso no existen hoy día suficientes nombres?

 ¿No ha llegado ya el momento de parar?

 Saber cuándo hay que hacerlo es preservarnos del peligro.