Carlos Alonso, para la segunda parte del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Carlos Alonso, esta vez para el Martín Fierro.
Un humilde colaborador me envió estas dos preciosas gemas de un grande que no necesita presentación.
Me vienen como anillo al dedo para este posteo. Últimamente, estoy pensando que la línea, en mi caso, es como una cosa gustosa que no suelto y cuando me doy cuenta, llené todo de garabatos inútiles.
Carlos Alonso hace gala aquí de cómo la línea simple, homogénea en casi todo el soporte, muestra lo que quiere mostrar, con la claridad y la sencillez necesaria. Ningún artificio ensucia o congestiona. Se ven despojados, y agregar algo creo yo, sólo comportaría una merma en la calidad del dibujo.
Pero agregar algo en términos de línea. Un buen plano negro siempre ayuda al ojo del espectador a recorrer un dibujo. O un buen sector de aire. Pero provisto, aparentemente, de un solo espesor de línea, ¿cuánto mejor se puede hacer esto? También ignoramos el tamaño del papel o del soporte en que hizo estos dibujos.
El tamaño del soporte sumado al tamaño del espesor son variables que condicionan cualquier trabajo. No es lo mismo, creo yo (no lo he intentado) dibujar en un boleto de colectivo con un fibrón que dibujar sobre una pared de tres por cuatro metros con un estilógrafo Rotring Variant 0.4
Quizá no existan paredes de tres por cuatro metros, pero bueno, yo invento ejemplos cabeza para justificarme. Es muy triste justificarse, ¿no?
Bueno, entonces miremos los dibus de Carlos Alonso y dejémonos de joder, caracho.